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noviembre 24    3 min lectura

Tipos de pérdida

 En el momento en qué nacemos sufrimos nuestra primera pérdida. 

Salimos del vientre materno. Allí estamos “a salvo”, estamos cuidados y alimentados sin tener ningún peligro o estimulo externo. Una vez salimos al mundo exterior pasamos a formar parte de una sociedad y como tal los vínculos sociales serán el eje de nuestra existencia. Estos lazos afectivos (en un principio con nuestros padres y más adelante el abanico se irá ampliando) forjan nuestra personalidad, nuestra biografía, nuestro carácter y junto con nuestro bagaje genético y entorno cultural nos preparan para afrontar las siguientes pérdidas. Todas y cada una de ellas nos van preparando para probablemente la más temida (y menos considerada) que es nuestra propia muerte. 

 

Toda pérdida no tiene que acabar irremediablemente en la muerte. Existen otros tipos de pérdidas que nos ponen de manifiesto la impermeabilidad y provisionalidad de nuestra propia existencia y de los vínculos que generamos con las personas, con todo lo material y con las situaciones que vivimos a lo largo del ciclo vital.

Toda pérdida no tiene que acabar irremediablemente en la muerte. Existen otros tipos de pérdidas que nos ponen de manifiesto la impermeabilidad y provisionalidad de nuestra propia existencia y de los vínculos que generamos

 

Pangrazzi enumera distintos tipos de pérdidas que se condensan en cinco bloques: 

 

Pérdida de la vida: es el primer tipo de pérdida al que todos pensamos. Ya sea el fallecimiento de un ser querido como de nuestra propia existencia. Se trata de una pérdida. 

 

Pérdidas de aspectos y capacidades de uno mismo: En este caso el núcleo central somos nosotros y nuestra salud tanto física como emocional. Se trata de pérdidas relacionadas con nuestro cuerpo (capacidades cognitivas, motoras o sensoriales). Nuestro estado mental también puede sufrir pérdidas que en este caso podrían ser por ejemplo pérdida de autoestima, de ilusiones, valores o proyectos de vida. 

 

Pérdidas evolutivas o ligadas al desarrollo: Este es otro tipo de pérdida relacionad con uno mismo. En este caso se basa en las pérdidas relacionadas con nuestro cambio y evolución en nuestro ciclo vital y en el devenir de los años que vamos cumpliendo. Es decir la pérdida de la infancia para pasar a la adolescencia. El cambio de los 30 a los 40 o la aparición de la menopausia… 

 

Pérdidas de elementos externos: Ya no se trata de nosotros únicamente si no que incluye pérdidas relacionadas con nuestra situación actual. En este caso puede ser la pérdida de trabajo o de situación económica determinada. Además este bloque también incluye las posesiones, objetos o cosas materiales. 

 

Pérdidas emocionales o relacionales: se trata de rupturas tanto de pareja (divorcio…) como de amistades que no vienen determinadas por la muerte de una de las partes. 

 

Todas y cada una de estas pérdidas llevarán irremediablemente a un proceso de duelo que será más o menos relevante e intenso en función del valor que tiene en nuestra vida. 

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